Luisa García Chamorro

Hoy, Motril entero se hacer plegaria para recibir al Cristo de la Salud de la forma más humilde y sencilla. Esa en la que las propias manos de los costaleros que lo llevan alzado, se convierten en fina plata repujada, y en la que a modo de respiradero se van colando las plegarias del pueblo.

Día de expresión popular en estado puro con hileras de cientos y cientos de devotos, cirio en mano, rezando y cumpliendo promesas o pidiendo intercesión al Santísimo Cristo de la Salud.

Un Vía Crucis que recorrerá Motril para dejarnos dibujado en sus calles y resonando en la bóveda de nuestro cielo, toda la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, de este mismo Cristo, el de los Estudiantes.

Tras Él, recogiendo la alfombra de plegarias a su paso, el Mayor Consuelo que cualquier persona puede recibir; el calor de nuestra Madre. Una Madre sobre un altar de dulzor y elegancia fruto del cimiento costalero que bajo Ella se ha forjado año a año en el seno de una cuadrilla de mujeres, al igual que ella, valientes, y que saben, del esfuerzo, el trabajo y el sacrificio, destilar el más dulce caminar para una Reina, sobre racheos de alpargatas y todo un cielo por palio.

Cuando la Cofradía de los Estudiantes salga en San Agustín, será recibida por una plaza abarrotada, que sin dilación se trasladará a la zona que será el centro neurálgico del Miércoles Santo motrileño; el Convento de las Reverendas Madres Nazarenas, en la calle de las Monjas.

Y en el deleite de las voces de las Nazarenas nos quedaremos a la espera mientras el Cristo de la Saluda se irá acercando a la Carrera Oficial.

Y será en ese mismo momento cuando allí mismo, en la calle de las Monjas, el Señor del Gran Poder salga a la calle para derramar todo su poderío con su elegante andar costalero.

Al igual que nosotros doblaremos esfuerzos en acompañar a nuestras cofradías motrileñas, las Reverendas Madres Nazarenas doblarán esfuerzos para entonar cánticos de alabanza a su Gran Poder, antes de despedirse de Él para que Motril entero pueda disfrutarlo hasta bien entrada la madrugada.

Una vez más, el paso del Señor del Gran Poder y Nuestra Señora del Mayor Dolor, se estrechará, fruto de los corazones compungidos que al verlo atravesar el estrecho callejón de las Monjas, se resisten a latir, pendientes en todo momento de que las paredes, en efecto, no lleguen a rozar el trabajo de la excelente costalería que calza bajo sus trabajaderas.

Os animo a irnos después de esto hasta la calle Comedias, para ver similar trabajo al del Gran Poder por el callejón, pero esta vez serán las costaleras de la Virgen del Mayor Consuelo las que harán de la estrechez de la calle, todo un momento de sentimientos y emociones aguantadas, que sin duda nos durará en el recuerdo.

Ambas cofradías, habiendo ya realizado el protocolo oficial de paso, buscaran sus templos en el recreo del trabajo costalero con la satisfacción del deber cumplido y la vista puesta en el final de sus Estaciones de Penitencias pero con la ilusión de la próxima ya bullendo en su interior.

En los Frailes, ya recogido el Cristo de la Salud, esperará el paso del Señor del Gran Poder; otra cita obligada en la que una vez más, el trabajo costalero será el instrumento que nos haga emocionarnos.

Tras esto, buscando la profundidad de la madrugá, la calle de las Monjas, con sus Monjas prestas a ello, se preparará para recibir de nuevo al Señor del Gran Poder y como siempre, volver a ser sus custodias durante el año.

A nosotros, acabada la jornada, nos resta reponer fuerzas. Pues si hoy la jornada estará nutrida de momentos y sentimientos, mañana nos espera el Jueves Santo motrileño, con sus tres hermandades, Pasión, Nazareno y Silencio…